jueves, 17 de mayo de 2012

De la necesidad a la comodidad


Las campanas de la iglesia principal de Ocotlán marcaban las 12 horas, a lo lejos una joven robusta, de aspecto desaliñado, vestida de pantalón de mezclilla roto y una blusa que parecía ser roja, desteñida por el paso del tiempo; en las manos, un balde y una franela; con paso lento se acercaba a los automovilistas para preguntarles: “¿una lavadita jefe?”.
Su nombre es Laura, tiene 19 años y es mamá de un niño de 4 años de edad. Sólo estudió hasta sexto de primaria. Siendo su papá un lavacoches desde hace ya varios años, es el oficio que eligió para apoyar a su familia y sacar adelante a su hijo. Por las mañanas, ésta es su actividad, sin embargo, no es la única que tiene. “Cuando vez que tu chamaco tiene hambre y no hay nada pa´que coma, tienes que fregarle en lo que sea”. Desde hace 1 año, por las noches, Laura es bailarina exótica en un table dance.
De lavacoches gana aproximadamente 500 pesos semanales. “hay días buenos y días malos, chance en una semana puedo ganar  300 pesos, porque nomás trabajo algunos días y por ratos, a veces hay chamba por los que trabajan en la presidencia y puedo sacar hasta mil en la semana, pero a veces no hay nada. Los gastos no esperan ni el hambre y hay que tener pa´la renta, la comida, la escuela de mi chamaco y todo lo demás”.
Aunque su aspecto físico no es como el de una modelo, como ella misma lo mencionó, encontró un empleo que no es bien visto por la sociedad pero ayuda a tener una vida más desahogada económicamente. A los 18 años, fue su papá quien la llevó al table dance que se ubica a las afueras de Ocotlán, a pedir empleo como bailarina. “Soy gordita, pero a los viejos también les gusta la carnita. Faltaba dinero en la casa y por burra, por no tener estudios no encontraba nada bien pagado. Mi papá me dijo de ese trabajo y él me acompaño, le pedí chance al dueño y comencé a trabajar bailando y haciendo sex. Al principio pensé que con el dinero que sacaba, podía estudiar la secundaria y la prepa abierta para después hacer una carrera y tener un mejor trabajo, pero me gusto ganar mucho y esforzarme poco”.
En una semana aunque sus ganancias se dividen en un 50% con el dueño del lugar, Laura obtiene ingresos libres por aproximadamente 10 mil pesos. Por un trago el cliente le paga 50 pesos, en una noche ella se puede beber hasta 30 tragos sin llegar a estar ebria. “Tienes que agarrar callo pa´la tomadera, entre más aguantes más dinero ganas, aunque también hacen el paro los de barra, cuando ven que es de madrugada y hay muchos clientes nos rebajan la bebida y así aguantamos aún más”.
El “sex” o “sexy”, es el baile erótico, en el cual existe un contacto físico más intimo con el cliente, está permitido que él toque a la bailarina y la duración es de una canción. “Por sex se cobran 100 pesos, no te quitas la ropa pero el cliente puede tocar lo que quiera”. Es con éste baile que sus ganancias de una noche pueden ascender hasta los 2 mil pesos libres, incluso más.

Además de los tragos y los sex´s de una noche, es decisión de la bailarina si quiere tener algo más con el cliente; por un privado se cobran mil pesos y esta ganancia se divide también con el 50% para la bailarina y 50% el dueño.
Laura, aún con un ingreso por 10 mil pesos semanales decidió seguir de lavacoches por su hijo, porque aunque esta pequeño ella no quiere que se entere a que se dedica su mamá. “La gente te juzga sin preguntar, pero no quiero que mi niño pase por las decadencias que yo pasé. Quiero que tenga una buena educación, que crezca en una casa bonita y un barrio bien”.
Sus ingresos mensuales son por 40 o 50 mil pesos, sus egresos ascienden a 20 mil pesos, entre gastos de alimento, ropa, renta, el pago de su auto, la colegiatura de su hijo, entre otras cosas. “Haciendo cuentas, gasto mucho [ríe], pero me gusta vivir bien. La gente me pregunta cómo con un sueldo de lavacoches puedo darme esta vida, entonces les cuento la historia de que el papá de mi hijo se fue al otro lado y desde haya me manda dólares y entonces de metiches me dicen que deje de trabajar lavando carros pero yo les digo que no, que mi hijo tiene que ver y aprender que hay que trabajar aunque lo tenga todo”.
Después de un año dedicándose a ser bailarina exótica, Laura no tienes planes de dejar ese empleo. “Gano mucho y aunque a veces te tocan viejos feos, que huelen mal, borrachos, sé que no voy a encontrar un trabajo en donde me paguen así. No podre dedicarme toda la vida a esto porque la carne se cae y todo se mueve de su lugar con los años, pero ya comienzo a ahorrar, con lo que gane de aquí a que me retire no necesitaré trabajar en nada más y viviere como reina y mi hijo como todo un principito”.
Es casi media noche, las luces se apagan en el table dance, sólo un reflector queda encendido y apunta al escenario, la canción “Il'l be There Four You” de Bon Jovi acompaña el ambiente, lentamente sale de entre las cortinas una joven robusta con antifaz, vestida con una mini falda roja, un top del mismo color decorado con piedras brillosas, tacones altos y cabello suelto, se desplaza lentamente sobre el escenario y comienza a bailar para los espectadores.




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